Desde hace apenas una semana, gran parte de la población de valencianos y valencianas nos hemos visto afectados por la DANA, un desastre natural sin precedentes, que ha dado un giro de 180º a nuestras vidas. Más allá de las pérdidas humanas y materiales, esta catástrofe ha dejado una huella tanto física como emocional en la población. Nos encontramos ante un escenario hostil que plantea un sinfín de preguntas pero con pocas respuestas. Una realidad la que puede llegar a calar especialmente en los colectivos más vulnerables al cambio.

Este suceso repentino ha dejado a muchas personas, incluidas aquellas más vulnerables, frente a un escenario de incertidumbre y estrés. Para las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual, la anticipación es crucial para afrontar de forma sana los cambios en su entorno. Sin embargo, esta DANA ha trastocado todas las casillas posibles, generando una situación compleja y llena de retos. 

  • Riesgos físicos y emocionales para el colectivo

Los efectos de la DANA sobre este colectivo se manifiestan tanto a nivel físico como emocional, Es habitual en las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual contar con problemáticas de salud asociadas a su condición, destacando las afecciones cardiorrespiratorias, intestinales u articulares, además de una situación inmunológica más comprometida en varios casos. La humedad, el frío y la posibilidad de exposición a moho y vapores contaminados, durante y después de una DANA, incrementan el riesgo de infecciones respiratorias y de otros tipos, lo que supone un peligro para su integridad física. 

A nivel psicológico se han manejado niveles muy altos de ansiedad y estrés, al fin y al cabo ¿cómo debe de sentirse alguien cuando ha perdido su espacio seguro en cuestión de minutos? Las alteraciones de rutinas diarias o incluso la falta de acceso a espacios de calma y seguridad, pueden desorientar y provocar sentimientos de miedo. La dificultad para comprender lo que ocurre agrava esta ansiedad, y en muchos casos, pueden no tener las herramientas para expresar sus necesidades o emociones.

La DANA ha supuesto también una barrera para la expresión de la autonomía del colectivo, puesto que toca integrar nuevas rutas de desplazamiento, volver a la formación online, pausar su empleo y contar con la entereza para afrontar un escenario lleno de estímulos, que podrían resultar incómodos. Todo este cambio en sus esquemas mentales puede suponer una fuente enorme de frustración. Es por ello, que el rol de la red de apoyo de las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual se vuelve fundamental.

  • La importancia del apoyo y la comunicación adaptada

Informar a las personas con discapacidad sobre no poder asistir a su centro de formación, trabajo o incluso perder el acceso a su hogar, requiere una comunicación adaptada y comprensiva. Herramientas como el apoyo visual y el lenguaje accesible son esenciales para ayudarles a comprender y aceptar los cambios de manera saludable.

Además, es fundamental que el entorno de apoyo incluya actividades y momentos de relajación que ayuden a mitigar la ansiedad y a redirigir su energía hacia actividades creativas y de autocuidado. La sociedad debe hacer un esfuerzo conjunto para facilitar un entorno que promueva la resiliencia y permita a estas personas expresar sus emociones y vivir el duelo, la angustia y la incomprensión, en un ambiente de seguridad y comprensión.

El colectivo destaca por su resiliencia ya que constantemente se adapta a los desafíos de una sociedad que no siempre les facilita el camino. Ante esta catástrofe, es crucial construir un entorno seguro y ofrecerles el apoyo necesario para que puedan superar la adversidad. Una de las mayores cualidades del ser humano es su capacidad de adaptación, y sin duda las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual demuestran este espíritu cada día.
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