Hoy Irene ha vuelto a trabajar.

Le llamaron la semana pasada para comunicarle que hoy empezaba y le faltó tiempo para decírmelo ¡estaba muy feliz! Irene tiene 27 años, tiene discapacidad intelectual y lleva un año trabajando en la empresa Jesús Gómez S.L., de Rafelbunyol. Tengo la suerte de ser su mediadora laboral.

Tanto a ella como al resto de sus compañeros, que están todavía en casa sin poder ir a trabajar, se les había hecho una ardua labor de concienciación sobre la importancia de quedarse en casa. Teniendo en cuenta lo importante que es la socialización en las personas con Síndrome de Down y discapacidad intelectual, fue un trabajo de insistencia por parte de las familias y de los profesionales de Asindown. Hasta tal punto, que en unos días prácticamente ya nadie hablaba de las salidas de ocio: tenían que quedarse en casa.

Sin embargo, sí había una inquietud común para todos los usuarios del área de empleo más difícil de mitigar: el deseo de volver a su puesto de trabajo, ver de nuevo a sus compañeros de trabajo y, por encima de todo, el deseo de sentir esa sensación de satisfacción cuando te sientes parte de un equipo, cuando sabes que cuentan contigo. Nuestros chicos y chicas del área de empleo saben que no van a poder abrazar ni besar a sus compañeros, a pesar de las ganas que tienen de hacerlo. Esto quizá, sea uno de sus mayores sacrificios, pero están listos para hacer las cosas como la situación demanda y solo quieren volver.

Irene estaba feliz, pletórica. Hoy ha sido la envidia de todos los compañeros de Asindown. El miércoles pasado en la clase virtual de competencias sociolaborales compartimos la noticia, le aplaudieron y le felicitaron. Se les notaba a todos en los ojos las ganas de vivir ese momento, al igual que lo iba a vivir Irene. Para ellos trabajar es la culminación de muchísimos años de esfuerzo, de superación. Saben que llegar a ese punto no significa parar, saben que deben seguir luchando para sobrellevar y superar con aprobado cada situación nueva que se les presente. Pero ahí están, siendo parte de una empresa ordinaria en la que comprenden mejor la victoria de ese esfuerzo.

La madre de Irene me lo ha confesado más de una vez: cuando le llamamos desde Asindown para comunicarle que su hija era candidata para un puesto de trabajo, no se lo creía. Tener un hijo con discapacidad intelectual supongo que anula muchos sueños de los que inconscientemente tenemos los padres antes de verles la carita. No sabes qué posibilidades va a tener en la vida ni lo fácil que lo pondrá el entorno. El empleo con apoyo que se lleva a cabo desde el área de empleo de la Fundación supuso un alivio grandísimo para la madre de Irene, saber que junto a su hija iba a haber una persona intercediendo por ella…empezó a respirar y a perder el miedo.

Y con el covid -19, volvió el miedo. Para la madre de Irene y para la mayoría de los padres de nuestros chicos. En el plano de la salud…todos sabemos ya lo que está suponiendo esta pandemia, una situación más propia de película de ciencia ficción en la que resumiendo mucho se han perdido muchas vidas y, otras tantas, han estado cerca. Pero en el plano económico, aún está por ver. De entrada, no hace falta decir que se prevé unos meses, quizá años, difíciles en los que costará volver a respirar tranquilos. Y aquí viene el miedo cuando se presenta situaciones en las que las empresas se debilitan económicamente ¿será mi hijo, con Síndrome de Down o discapacidad intelectual, el primero en “saltar” de la empresa?

Desde el área de empleo de Asindown hemos estado desde el primer día del confinamiento en contacto continuo con nuestros usuarios y sus familias, dándoles todo nuestro ánimo y apoyo moral. Resolviendo dudas, calmando miedos ante la situación laboral que se nos viene. Pero también hemos estado en continuo contacto con las empresas y, si hay algo que puedo decir con total seguridad, es que la gran mayoría entiende de inclusión. Algunas empresas no tienen claro cuál será su futuro, pero las que ya empiezan a vislumbrar una posible vuelta hacia una actividad más normalizada, cuentan con nuestros chicos.

No va a ser fácil, algunos puestos laborales están en la cuerda floja, porque la situación es complicada. Pero la gran mayoría están haciendo un esfuerzo inconmensurable porque saben que nuestros chicos y chicas de empleo no van a ser los trabajadores más rápidos y veloces de la plantilla, pero aportarán a la empresa ese cúmulo de situaciones, aprendizajes, buenas vibraciones y, por supuesto, el tesón y la perseverancia que tanto sorprende en el entorno laboral. Saben que son una pieza fundamental en la plantilla.

Esto es parte de la inclusión, entender que las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual son elementos activos en esta recuperación, por eso deben formar parte del motor que empuja hacia adelante a la empresa en esta situación de desconcierto, de asumir su parte de responsabilidad en la empresa. Y aquí es donde me vuelvo a recordar la suerte que tengo, lo privilegiada que soy, cuando vivo de cerca situaciones como estas: poder ver el brillo en los ojos de Irene cuando esta mañana ha entrado de nuevo a “su” empresa con esa sonrisa que, al menos hasta que yo me he ido, todavía se le intuía por debajo de su máscara.

Inclusión, esa situación ideal a la que llegamos gracias a la labor de todas y cada una de las partes que configuran el entorno de las personas con Síndrome de Down y discapacidad intelectual. Por eso ahora más que nunca, siendo conscientes de la situación en la que vivimos, queremos agradecer desde el área de empleo de Asindown el esfuerzo que están realizando las empresas con el único objetivo de lograr una inclusión real y efectiva en el mundo laboral, incluso en los momentos de crisis. Gracias por seguir manteniendo el brillo en los ojos de nuestros chavales. Ahora más que nunca, estando unidos conseguiremos avanzar.

 

Maria Jesús Monsell Morales

Mediadora de Asindown Empleo

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